La calidad y composición del suelo son dos factores esenciales en el correcto crecimiento de un cultivo, y conocer qué características tiene cada suelo nos ayuda a controlar la producción.
Desde Orang Growth queremos hablarte de los tipos de suelos que existen, sus principales ventajas y desventajas, y cuál es su uso ideal.
Tipologías de suelo
A continuación hemos preparado una guía completa con los suelos más habituales y todo lo que necesitas saber al respecto.
Suelo arenoso: ligero y fácil de trabajar
El suelo arenoso es el que tiene mayor proporción de arena. Es suelto, drena muy rápido el agua y se calienta antes que otros tipos.
¿Qué cultivos van bien?
Zanahorias, patatas, espárragos y plantas que no toleran el exceso de humedad.
Ventajas:
- Fácil de labrar y trabajar.
- No suele encharcarse.
Inconvenientes:
- Pierde el agua y los nutrientes rápidamente, así que necesita riegos más frecuentes y aportes de materia orgánica para mejorar su fertilidad.
Suelo arcilloso: fértil pero pesado
Como su nombre indica, contiene mucha arcilla, por lo que es más compacto. Como consecuencia, retiene muy bien el agua, pero de todos los tipos de suelos, es de los más difíciles de trabajar. También es importante mencionar que tiende a encharcarse si llueve demasiado.
¿Qué cultivos van bien?
Hortalizas como el brócoli, coliflor o repollo son ideales. También los árboles frutales como el manzano, el peral o el cerezo.
Ventajas:
- Muy rico en nutrientes.
- Mantiene la humedad durante más tiempo.
Inconvenientes:
- Se compacta fácilmente, por lo que conviene airearlo y añadir materia orgánica para que sea más manejable.
Aquí puedes leer nuestro artículo sobre el suelo arcilloso y qué cultivar.
Suelo limoso: equilibrado y productivo
El suelo limoso tiene un tacto suave y sedoso. Se caracteriza por retener el agua y los nutrientes, sin llegar a ser tan pesado como el arcilloso.
¿Qué cultivos van bien?
Lechugas, calabacines y la mayoría de hortalizas de huerta.
Ventajas:
- Combina buena retención de agua con un drenaje aceptable.
- Es rico en nutrientes y fácil de trabajar.
Inconvenientes:
- Puede compactarse si se pisa demasiado o se trabaja cuando está húmedo.
Suelo franco: el “suelo ideal”
Mantiene un equilibrio perfecto entre arena, limo y arcilla. Es el más buscado por los agricultores porque combina lo mejor de cada tipo: buena retención de agua, nutrientes y fácil de trabajar.
¿Qué cultivos van bien?
Prácticamente todos: desde hortalizas a frutales o cereales.
Ventajas:
- Fértil, fácil de trabajar y con buen drenaje.
- Requiere menos ajustes que otros suelos.
Inconvenientes:
- No tiene grandes desventajas, pero conviene mantenerlo con aportes de compost para conservar su estructura y fertilidad.
Otros tipos de tierra
Estas son otras configuraciones que podemos encontrarnos:
- Suelos calizos: ricos en carbonato cálcico. Son adecuados para cultivos mediterráneos como olivos, viñas o almendros, aunque necesitan ajustes si el pH es muy alto.
- Suelos salinos: contienen exceso de sales. Son difíciles para el cultivo tradicional y requieren tratamientos específicos para reducir la salinidad.
- Suelos orgánicos o turbosos: muy oscuros y ricos en materia orgánica. Ideales para semilleros y cultivos exigentes en nutrientes, aunque necesitan buen drenaje.
Conocer los tipos de suelos de tu terreno es el primer paso para planificar bien qué cultivar y cómo cuidarlo. Ya sea arenoso, arcilloso, franco o calizo, cada tipo de tierra tiene sus puntos fuertes y sus retos.
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